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prestemos atención a su criterio. Jamás nos arriesguemos a la emisión sin su respaldo, pues eso
nos puede costar la supervivencia como empresa.

Finalmente, y como siempre me ocurre en el momento de mayor entusiasmo, me doy cuenta de
que debo concluir, y rápido, mi perorata. Antes enuncio unos pequeños tips para tener presentes.

Recomendaciones

• Prefiramos suscribir fianzas para contratos con entidades estatales que tengan ya una larga
trayectoria de suscripción, ejecución y culminación exitosa de contratos. Consideremos su
objetivo, su motivación; el éxito de su contratación es el éxito de su gobierno. Por ejemplo,
un ministerio de Obras Públicas, una municipalidad de una ciudad grande, con un fuerte
compromiso con una comunidad muy exigente.

• Huyamos de toda “creatividad”, de aquel contrato “novedoso” a realizarse por primera vez
en su país, con unas cláusulas que ni el que las redactó comprende. Terminan siendo con-
tratos de muy difícil –si no imposible– culminación. O de aquellos contratos de estudios,
que están sujetos a la aceptación del funcionario de turno, que los puede rechazar o aceptar
sin dar argumento alguno, con la consiguiente ejecución o liberación de su garantía. Esta-
ríamos pendientes de un hilo a todo lo largo del contrato.

• En el análisis financiero, cerciorémonos de que contamos con los recursos necesarios para
la ejecución del contrato. La falta de ellos será causal obvia de siniestro, por lo menos en lo
que se refiere a la devolución del anticipo no devengado.

• En el análisis técnico, es preciso que exista relación y correspondencia entre el equipo a
utilizar y el necesario para el avance del contrato; entre la experiencia del personal y la
requerida para ese caso en particular; entre el medio en que se debe trabajar y el descrito
en el contrato.

• En lo jurídico, revisemos que las “cláusulas exorbitantes” del contrato no sean causales que
imposibiliten su ejecución. Aunque les parezca mentira, a veces nos toca actuar como un
“buen padre de familia” con nuestro contratista. Nuestra experiencia es mayor y contamos
con una óptica menos oprimida.

Estas últimas recomendaciones no están grabadas en piedra. Son simplemente eso: recomen-
daciones. Sin embargo, al tomarlas en cuenta hemos evitado siniestros y, a veces, al ignorarlas,
hemos sufrido siniestros o, por lo menos, hemos padecido unas vigencias plagadas de angustias
y de emociones fuertes.

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